A modo de
diario, "Los niños del barrio Rojo", ganadora del Oscar 2004 a la
mejor película documental, nos cuenta cómo la fotógrafa Zana Briski intentó cambiar,
a través de la fotografía, la realidad de los hijos de las prostitutas del
barrio Rojo de Calcuta.
Briski, tras
pasar varios meses en los burdeles, documentando la vida de las prostitutas del
barrio Rojo, se dio cuenta de que los verdaderos protagonistas, de aquella
terrible realidad, eran los hijos de éstas. Cuando aquellos niños empezaron a
interesarse por su cámara de fotos, Briski pensó que sería maravilloso ver el
mundo a través de los ojos de aquellos pequeños. Durante el periodo que comprendió
su aprendizaje, los niños pudieron acceder a otras realidades distintas a la
suya. Pero Briski quiso ir más allá; buscó
colegios internos que quisiesen hacerse cargo de los niños y preparó varias exposiciones
con el fin de recaudar dinero para su educación.
Una película
que, sin duda, deja en el aire muchas preguntas abiertas que invitan a la
reflexión… ¿Puede la fotografía cambiar la vida de unos niños condenados al
fracaso y a la miseria? ¿Se puede a través del arte cambiar la realidad de las
personas?
Pese a que los
niños no consiguieron salir del Barrio Rojo, el proyecto de Briski consiguió
despertar, de alguna manera, la mente de aquellos niños. A través de la fotografía
consiguieron cambiar-ampliar su visión del mundo.
El arte nos
permite expresarnos más allá de las palabras, nos abre nuevas posibilidades
para expresarnos y relacionarlos con los otros y también con nosotros mismos. Cuando
uno crea cambia su mirada hacia sí mismo, descubriendo un nuevo yo.
Yo creo que el
arte no cambia realidades, pero si cambia a las personas y son estas personas
las que, al cambiar, transforman su propia realidad.
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